En el contexto de una topografía accidentada en el cerro del Santuario, Valle de Bravo, con una diferencia de hasta 15 metros de altura desde el acceso y la parte más alta del predio, la casa Gavilán posa sus distintas volumetrías al ritmo impuesto por el movimiento del sol, las brisas del lago y los vientos del norte.
Estos tres principios marcan la concepción del proyecto garantizando ventilación confort térmico y las mejores vistas del lago de Calle de Bravo, para las 5 habitaciones y áreas comunes de la casa, sin impedirlo entre un espacio y el siguiente. Un eje recorre longitudinalmente el terreno donde la topografía encuentra sus diferencias menos significativas y del cual se desprenden distintas plataformas.
La lectura de la volumetría es sencilla, aunque robusta. Módulos de piedra surgen desde el cerro y soportan su vez volúmenes más ligeros en su materialidad, y que permiten un juego de niveles y alturas que procuran siempre las vistas libres y francas para cada uno de los espacios.
La casa pretende partir desde su contexto natural, mostrar parte su volumetría como una intervención que descansa en muros y columnas que parecen nacer de la tierra misma. Un proyecto que genuinamente se vuelve parte del paisaje y que parece posarse en terreno, amablemente.