Una remodelación tan ambiciosa, que bien valdría decir que el proceso fue algo más parecido al aprovechamiento de un esqueleto y el bordado de un juego de pieles para confeccionarle un vestido a la medida.
La estructura original, un sembrado de columnas muy ordenado que aunque prometían, debido a su gran proporción, claros amplios y altos, más bien conformaban diversos cuartos y pasillos pequeños y de pronto angustiantes. El ejercicio que tuvo que ver con ir encontrando el “fluir” del espacio a partir de vincular vacíos, con otros vacíos, horizontal y verticalmente.
El resto de los espacios siempre combinan sus aperturas, para que compensando entre el recorrido solar, mantengamos la sensación térmica ideal durante todo el día. En el vestíbulo un elemento para guardar el calor hacia la noche, un domo que viste y recibe el reflejo de un olivo, y que juntos enmarcan el recorrido de la escalera que distingue entre los programas públicos de los privados.
Hablamos también de la lógica de los materiales y sus formas, la planta baja se entiende más robusta, sólida; siempre vestida por el huanacaxtle y acentuada con amables piezas de mobiliario. La planta alta que descansa sobre la primera, es siempre más ligera. Es clara, e iluminada.
La participación del entorno natural es fundamental. En cada espacio de la casa, como principal arte que viste los muros y remates vemos vegetación. Incluso en el baño, buscamos volver parte de la misma, toques de naturaleza que avalen la calidez y armonía de los espacios.